jueves, 25 de junio de 2015

Alguna vez

No celebro la trampa, pero tampoco predico en el desierto. El fútbol es lo que es: un espectáculo donde el talento no es con lo único que se juega. Por eso es tan atractivo. Es la vida misma. Es injusto, pero no siempre. Premia al mejor a veces. La mayoría de las veces. Hay trampa y millones. Hay tiburones que lo rondan todo el tiempo. Lo que pasó ayer, 24 de junio, en el Estadio Nacional de Chile, fue uno de esos días en que el débil, el pavo del curso, se cansa del bullying del matón y responde el combo. Y es que nuestro historial de derrotas y malas cuevas es largo. Jugamos como nunca, perdimos como siempre es el lema que nos acompaña. Pero talento ha habido siempre, sólo que enfrentados a los rioplatenses, eso nunca nos ha bastado. Siempre nos ha faltado la chaucha para el peso. Pero anoche fue diferente. No celebro el dedo de Jara, pero no voy a ser yo el que lo condene, menos frente a los uruguayos. Es fútbol es para los buenos, pero también para los vivos.